Las emociones en el Mundial de Futbol.

El campeonato mundial de futbol ha constituido un importante foco de atención entre personas que casi nunca consumen futbol. Lo digo en estos términos porque este deporte paso a ser en los últimos años un producto explotado por muchas empresas a través de los medios de comunicación, que al ser medios de comunicación masivos se introducen en todos los hogares casi sin pedir permiso, y seguido obviamente por agencias de publicidad que aumentan la difusión apuntando a las emociones de las personas.

En este contexto todas las contingencias que ocurren con cada selección es vivida con demasiada pasión por todos. Eso no sería un problema mientras el propio equipo haga los goles y gane los cotejos. El problema ocurre cuando existe un traspié y en un instante todas esas expectativas creadas y agrandadas por el “clima del mundial” se ven desvanecidas en un instante. No todas las personas están consientes de vivirlo como un deporte donde la derrota es una eventualidad real y concreta, y son esas personas que viven las derrotas de su equipo como una gran desilusión, un vacio, que en grados extremos constituye recaídas emocionales a las personas propensas a padecerlas o diferentes grados de enfermedades coronarias.

La carga emocional que viven los jugadores en este contexto también es poco saludable, haciéndolos responsables de todas esas falsas frustraciones que una derrota futbolística genera.

¿Cuál es el límite de esa desproporcionada expectativa generada desde los medios de comunicación, desde agencias publicitarias, empresas relacionadas al deporte, inescrupulosos que incrementan falsas expectativas?

Mi punto de vista es apelar a esas irresponsabilidades que solo están regidas por el mercado y poco tienen que ver con resguardar el impacto emocional en los espectadores.

Alguien con razón me puede decir que nadie los obliga a ser espectadores en esas condiciones, y que cualquiera puede abstraerse teniendo la libertad de elegir, pues bien a esas personas les digo que no todos tienen esa capacidad de poder decidir y de enfrentarse a la opinión de los medios masivos de comunicación, acá no se trata de establecer censuras, solo de apelar a la responsabilidad de generar expectativas en una población donde no todos están preparados a recibir las malas noticias.

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