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Es el número de decreto provincial que regula y condena a los conductores que habiendo consumido alcohol son detectados conduciendo automóviles en la vía pública. 
No soy de los que critican esta medida porque ha sido implementada demasiado tarde, o que esta motivada por fines electoralistas, más bien acudo a una frase usada en una artículo anterior. Nunca es tarde cuando la dicha es buena. Y es por ello que felicito a las autoridades por haber escuchado y percibido una gran epidemia que esta sacudiendo a nuestra sociedad, como son la de los accidentes de tránsito protagonizada por personas alcoholizadas. 
No voy a discutir aspectos técnicos de la medida porque no soy abogado pero si me permiten en mi humilde opinión se omitió el aspecto más importante de la medida. La educación vial no esta incluida. 
Creo que el aspecto más importante de la medida no es la recaudatoria o la de llenar los calabozos de personas alcoholizadas, sino más bien disuasiva, desde el punto de vista económico y de privación de la libertad, pero creo que con esas medidas aisladas no lograremos haber educado al ciudadano en aspectos viales, y habremos perdida una preciosa oportunidad para reencausarlo. 
Concretamente propongo que este decreto debe complementarse con un programa de educación vial, que incluya además de las medidas impuestas la concurrencia y aprobación con asistencia y conocimientos de un curso semanal de seis meses sobre educación vial, además de trabajos comunitarios. 
Esos trabajos comunitarios realizados en el ámbito de hospitales o centros sanitarios que tengan contacto directo con las personas que padecen secuelas de accidentes viales. 

Acudo a este medio ya que no tengo llegada directa a las autoridades y seguramente alguien le acercará estas inquietudes. Al fin y al cabo lo que todos queremos es que no haya más accidentes de vía pública evitables.

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