Habia sido y era una jornada agotadora. Hacia varias noches que el Dr Ponce no dormia bien. Un paciente internado en el hospital no tenia buena evolucion, y lo desvelaba. Promediaba la tarde de ese dia de consultorio, la lista de pacientes en espera no terminaba, entre sobreturnos y llamadas telefonicas de improvisto, las horas se alargaban.
Pasaba uno y otro y habia que
mantener la lucidez en cada consulta, eran personas que asistian para encontrar
alguna solucion a sus problemas de salud.
Lo que el Dr Ponce en su
agotamiento no esperaba lo que minutos mas tarde iba a experimentar. Una
paciente muy especial sentada esperaba en la sala con paciencia de monje
tibetano.
“Rodriguez” acalmo el Dr Ponce a
la sala y esa anciana con la dificultad de los 85 años se levanto acompañada de su marido.
Como no acordarse de su particular historia, si era una de sus primeras
pacientes que tuvo al regresar a su ciudad para ejercer la profesión.
Lo había conmovido desde la primera consulta. Aun permanece en su mente las
palabras resquebrajadas por el llanto de hace mas de 20 años cuando contaba su
historia. Entre lagrimas y sus manos retorciéndose entre sus dedos que secaban
sus lágrimas con un pañuelo. Hacia unos semanas su hija Medica Cardióloga como
el recién egresada, había planificado casarse y mientras organizaba la fiesta
de casamiento en un trágico accidente automovilístico había perdido la vida.
La vida para esa familia había cambiado rotundamente. Es que era una
familia humilde de pueblo y se habían sacrificado bastante para la formación de
su hija, tanto como medica y luego en la residencia y hacia poco que se había
recibido, y como era lógico planificaba también formar una familia. El destino,
Dios o quien sabe quien cambiaba esa historia.
A partir de aquella consulta en todos estos años la había ayudado en su
hipertensión, diabetes, artrosis, y lo que mas le costo en un cuadro de
depresión, que justo con la Psiquiatra y mediación mediante y sesiones
prolongadas había salido adelante con esa fortaleza de Madre que podía llevar
ese dolor sin la comprensión de la lógica masculina. No era para menos.
Esta vez la consulta retrasada por esas cosas de la medicina moderna tiene,
(no había conseguido turno desde hace varias semanas), venia con astenia
anorexia, decaimiento, perdida de peso, y como era lógico ante la pregunta de
que medicamento esta tomando, saco una bolsa con al menos 12 medicamentos. Cada
medico que la había visto le iba agregando algo, sin percatar los que venia
tomando.
Casi inmediatamente saco debajo de esa bolsa un regalo.”Es para usted, es de Famatina”, era una
manzana roja envuelta en una servilleta y sostenida con un elástico que
prácticamente no cabía en la mano. El Dr. Ponce se quedo estupefacto, los años
habían pasado y esa paciente lo seguia conmoviendo.
La medicina tiene esos momentos, donde por mas agotadora sea la jornada
nunca imaginas y dimensionas lo que te puedes encontrar. Porque las personas
que acuden a buscar su ayuda tienen su historia, nunca te imaginas el tiempo
que esperan poder estar con el medico para calmar sus dolencias, entonces
porque sentirse cansado ?, porque no dar todo de uno ? si la consulta mas allá del valor monetario tiene
este otro valor, solo una manzana llevada en un momento justo y en el contexto
particular puede llenar el alma y sentirse satisfecho con haber ayudado. Eso,
eso si es suficiente.
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